Lo nuevo y lo viejo
by Bernardo on 1/02/2009Los 25 grados de invierno californiano invitan a montar todo tipo de planes al aire libre. Ayer me cogí la bici, le puse aire a las ruedas y me hice unos 30 kilómetros al sur de San Francisco. Ninguno de mis amigos ciclistas podía apuntarse, por lo que me llevé a mi iPod, que con la nueva función de Genius se está convirtiendo en mi mejor amigo, y me puse a pedalear.
Mientras escuchaba las canciones me entretuve pensando en el curioso equilibrio entre el apetito por lo nuevo y el placer de disfrutar de lo muy conocido. ¿Por qué nos gusta tanto descubrir un cantante nuevo, o estrenar una camisa, o tomarnos una copa un sitio nuevo? Por otro lado hay cosas que las disfrutamos una y otra vez y no nos cansamos de ellas: ¿por qué no me canso de escuchar algunas canciones de Mocedanes o de Bebo y Cigala, por qué hay camisas que no tiro pese a que estén raídas, o restaurantes de los que no me cansaré nunca?
¿Donde está la línea entre el tedio y la costumbre? Pensaba en cuál es el secreto de que algo se convierta en un clásico superando la efimeridad de nuestro capricho. Y no solo pasa con las cosas, pasa con los trabajos y con las personas. Probablemente uno de los secretos de la felicidad es superar los caprichos y acallar los deseos. Hacer que lo que todo lo hacemos y nos rodea sea un clásico que saboreamos sin cansarnos.
Lo cierto es que en esta aventura americana no hago más que descubrir cosas nuevas, como los árboles más grandes del mundo en las Redwoods de la alta California.
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