La lealtad
by Bernardo on 22/06/2008Cuando jugando a la reciprocidad del amor infantil, mi pareja me preguntaba quien era la persona a la que más quería en el mundo, yo respondía siempre con un quiebro: a Guada :) y es que llevados al ejercicio de poner gradantes al amor, la primera en la lista es mi hermana Guadalupe.
Cuando pienso en por qué ella, una sola palabra sustenta ese sentimiento: lealtad. Mi hermana es un alma pura, incapaz de maldad alguna y la más capaz de ayudar y apoyar incondicionalmente. Los montajes de la retórica más elaborada, los enfados más justificados, las frustraciones más evidentes, todo se desmonta ante mi hermana; y es por su incansablemente probada lealtad hacia mí.
Todo ello aderezado por una tremenda dulzura cargada de ingenuidad. Aún recuerdo cuando teníamos 9 años, desde la arrogancia que ya despuntaba en mí, le pregunté en mitad de su momento preferido del día, la merienda: “Guada, de qué color es el caballo blanco de Santiago?” y ella sin permitir que una neurona más de las necesarias se entretuviese en algo distinto que la galleta Principe de Beukelaer, me dijo: “no sé, aún no lo he dado” :)
Ya me gustaría a mí tener la capacidad de apoyo incondicional que tiene Guada. Sobre todo en estos días en lo que me siento traicionado, y en los que probablemente traicione yo también. Con la excusa de que la vida es muy complicada y de que todo depende de la perspectiva que tomes, nos abandonamos en un todo vale y en maximizar nuestros intereses. La vida tiene sentido desde gestos sencillos pero enormes como la Lealtad: una incondicionalidad no comprada ni forzada, un cheque en blanco que se hace respetar por la pureza de sus intenciones.
Gracias Guada.
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