La fuerza del NO
by Bernardo on 27/08/2008Hace unos años un buen amigo americano, Jonathan Soroff, divertido y siempre oportuno, me dijo que mi problema principal era mi empeño en ser un pleaser: un bienintencionado individuo empeñado en agradar siempre diciendo que sí.
Y razón no le faltaba. En este empeño de conocerse a uno mismo, yo me preguntaba de qué está hecha esta manía mía de no saber decir que no. La fuerza más poderosa debajo de esta necesidad de siempre agradar es el miedo al rechazo: decir que sí te crea una falsa sensación de seguridad de aceptación. Por otra parte está el capricho de apuntarse a un bombardeo, de no perderse ni un minuto de las oportunidades de la vida, condición necesaria, aunque no suficiente de todo buen Peter Pan.
Pero a lo largo de los últimos 3 años, la escasez de tiempo y sobre todo el pragmatismo de que predomine la calidad sobre la cantidad, está haciendo que el pleaser vaya muriendo dejando a paso a un menos entusiasta especialista en decir que no.
Cuando tienes poco, y no cuentas más que con una gran ambición, siempre sana, decir que no parece un lujo que no te puedes permitir. Pero al cabo del tiempo descubres que decir que sí no es garantía de nada. Decir que no es tremendamente positivo, te permite sobre todo tener tiempo para hace más y mejor lo que realmente es un SÍ.
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